¿El cine como una forma de evadir la realidad?
No cabe duda que uno de los medios de comunicación colectiva con mayor relevancia tanto cultural como espiritual ha sido el cine, un medio con la capacidad de proyectar historias tan reales como aquellas que se pierden en medio de las abstracciones, sus fuentes de inspiración y la musa que les ha permitido desarrollar grandes historias ha sido el ser humano y las circunstancias en las cuales se ha inscrito. El cine ha permitido crear multifacéticos rostros de la vida, ha fomentado la cultura, la educación, la motivación, pero sobre todo la espiritualidad, en intermedio de un mundo atado a las mediaciones, que suspira por encontrar un “algo” que los impulse para seguir caminando sobre el.
No obstante si el hombre es el que muchas veces ha movido la historia de una película, ¿qué sucede con el resto que se encuentra de frente a la pantalla?, qué sienten cada vez que ven una película, qué reciben de esa película, cómo es su experiencia después de haberse expuestos ante una historia que aparentemente les es ajena a su vida. Existen quienes asisten al cine para aprender, para identificarse con un personaje, para retroalimentarse de forma activa con las circunstancias de la cinta, o quizás sólo para entretenerse, sin embargo, ¿qué sucede con aquellos individuos que asisten a una sala para evadirse de la realidad?
La evasión de la realidad es un problema contemporáneo, quizás obedezca a la modernidad o postmodernidad en la cual los ciclos de la vida se están desarrollando, y donde definitivamente las mediciones están ejerciendo un rol importante. El cine no puede escaparse de este uso que los espectadores le otorgan; Cándido Polo, psiquiatra de Valencia en su texto Locura y Evasión que el cine es sin duda el más eficaz de los recursos de evasión de la realidad, como inmejorable material para indagar la representación social del fenómeno evasivo y sus excesos en la cultura audiovisual, desde la evidencia de su repercusión pública.
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Cualca
Autora:
María Velázquez Dorantes
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