Si pudiera componer música con las palabras afiladas que desprenden la piel de mis huesos… componer hasta la extenuación, derramar mi ser por el papel, dejar que la sangre se convierta en notas, desnudas, etéreas, que floten ante mis ojos en una danza infinita. No en clave de sol, sino de luna, para buscar la paz bajo su benévola luz y emprender el vuelo hasta ella sobre gotas de lluvia.
Si pudiera…
Y dejar que el vértigo vacíe mi cabeza para que allí solo entren melodías, sin rostro, sin pasado… Pero cada nota tiene alma, huele a ayer, porta consigo la esperanza de un sueño. La música, temible y amada música, nos salva y nos destruye con cada acorde que logra infiltrarnos en el corazón.
Autora:
Ana García Herráez
1 comentario
Cristina
Hermoso relato