Olga Molina, una pintora con sede en Barcelona, que comenzó como restauradora – capacitada para centrarse en cada pequeño detalle de una obra de arte. Con esto en mente, es sorprendente ver como se movía en una dirección totalmente diferente con su trabajo personal; sus pinturas de acuarela no se someten a las leyes de la perspectiva y realismo. En cambio, ella representa las escenas a su alrededor de una manera suelta y lúdica.
«Como restauradora de pintura aprendí el arte de copiar pinturas de los otros, lo que significa que podría encontrar el color exacto y la forma precisa de cualquier pieza pequeña de la pintura», explica Olga. «En aquellos días yo solía pensar que la pintura realista era la perfección y por eso, durante este periodo, he mejorado mi capacidad de representar la realidad.»
Sin embargo, después de un par de años, Olga comenzó a notar una falta de personalidad en sus pinturas, y decidió experimentar con diferentes técnicas y materiales. «Al principio yo solía pintar con acrílicos, lo que me permitió corregir una sola línea. Sin embargo, es con el uso de la acuarela con lo que he aprendido a aceptar y apreciar mis errores como parte de mi estilo, y así mis pinturas se han vuelto más fresca, de color y diversión».
«Me tomó un tiempo largo llegar aquí, pero ahora no me importa la perspectiva, proporciones o sombras. Yo uso los colores puros y líneas gratuitas «.
Durante sus viajes Olga Molina le gusta sentarse y esbozar rápidamente sus alrededores – que da como resultado escenas veraniegas de Marruecos, Sicilia y España. Aun cuando no se conoce la ubicación exacta, es fácil de adivinar el paradero de la pintura, viendo como Olga integra de manera impresionante los elementos culturales de cada país en sus pinturas.
«Siempre llevo mi cuaderno de bocetos y acuarelas conmigo. Me gusta mezclar escenas de la misma pintura, o añado una vieja foto de un lugar en ella. No tengo ninguna regla en absoluto».
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