Leonardo da Vinci dijo una vez que, «Una obra de arte nunca se termina, solo se abandona.» Se refería a la naturaleza intrínsecamente e infinita del acto creativo, pero sus palabras han adquirido un nuevo significado en nuestra cultura moderna, donde las cuestiones de la propiedad artística y los derechos de autor han complicado la idea de cuando una obra ha sido completada.
La industria musical ha luchado con estas preguntas durante varios años – ¿cómo hoy la cultura creativa basada en el muestreo y la remezcla coexisten con las leyes acerca de quién es dueño de qué? Este tema fue explorado en Copyright Criminals, un documental de 2011 (con una introducción sorprendentemente de la estrella de Hollywood Maggie Gyllenhaal). Es una película extraña que revolotea entre los productores de hip-hop, abogados e intelectuales, pero hace un buen trabajo de ahondar en la dicotomía entre el arte y la propiedad.
Hay un momento en la película, donde un entrevistado se vuelve particularmente apasionante. «Mira cómo Shakespeare creo cultura, mira como Homero hoy es cultura», dice. «Se trata del collage en sí, se trata de tomar pedazos de influencias y forjar algo más nuevo y más fuerte.»
Él no es la única persona en el documental que muestran el arte y el collage como un marco de referencia. Pero es una cuestión conflictiva en el mundo del arte desde siempre. Shepard Fairey llego a un acuerdo extrajudicial con The Associated Press en la demanda por el famoso retrato «esperanza de Obama» (que se basa en una de sus imágenes del futuro presidente). En The New Yorker, Ben Mauk contó la historia del conflicto entre el fotógrafo Patrick Cariou y el artista Richard Prince, después de que éste modificó fotografías de algunos rastafaris y las presentó como nuevas piezas de arte.
Como escribe Mauk: «Está en juego la cuestión de cómo los artistas han de producir un trabajo relevante acerca de una sociedad más saturada que nunca con imágenes ya hechas, muchas de las cuales están bajo derechos de autor.»
Ahondando en este debate está el artista holandés B. D. Graft y su aparentemente simple proyecto «Añadir amarillo». Una noche en su habitación, Brian estaba hojeando un libro sobre la naturaleza cuando impulsivamente cogió un trozo de papel amarillo que estaba a su alrededor y lo colocó sobre una imagen de un loro. A él no solo le gustaba cómo se veía, sino que también le hizo pensar en el hecho mismo como algo creativo y artístico. ¿Es posible que sin ninguna alteración de la imagen – sin ningún rodeo – que esta se convierta en una nueva obra de arte? O como él dice en su página web – «¿Puede llegar a ser mi creación si añado algo de amarillo?»
Una idea nacida de la espontaneidad se convirtió en un proyecto de colaboración en Instagram haciendo evolucionar los intereses de Brian en esta área.
«Hoy en día los Artistas del Collage se enfrentan a menudo con cuestiones de derechos de autor y de propiedad», dice. «¿Puedo llevar y utilizar esta imagen? ¿Me demandarán? Y si lo uso, ¿cuándo dejará de ser de alguien más y convertirse en mi propia creación? ¿Existe tal limite? «
«Este proyecto trata directamente con estas preguntas, emplear un tema común – el color amarillo – para alterar en sí una obra, y por lo tanto tratar de dar vida a una nueva creación. Sin embargo, hacer una mínima modificación de la imagen original (haciendo una simple suma, en lugar de cortar y re-organizar ciertos elementos), el collage se hace sin duda de manera más auto-reflexiva y conceptual que utilizando los medios tradicionales «.
Brian explica que la selección de las imágenes originales depende de la preferencia estética (cree que las fotos en blanco y negro funcionan especialmente bien) y aunque la elección de color amarillo fue una coincidencia, él cree que tiene menos connotaciones que el color en sí mismo, el color rojo o el negro, finalmente daría lo mismo… en este caso depende de quien elija el elemento a sumar o restar a la obra ya existente.
«Ese es uno de los principales encantos del collage: tomar, muestrear, y remezclar lo ya existente, tomar como origen creaciones de otras personas, y crear otras nuevas. A menudo, como es el caso de «Añadir amarillo», que es lo contrario de la inhibición: ofrece un gran medio de expresión y un diálogo interesante que puede ser interesante».
Y aunque las reacciones a su proyecto han sido principalmente positivas, dice que algunas personas no se inclinan hacia esta vertiente. «Ellos no entienden realmente el concepto o no pueden ver su significado», dice. «Pero eso está bien – todas las formas de arte deben tener sus propios enemigos.»
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