Día 2
Dos editoriales se contactaron para decirme que han recibido los manuscritos. Una, a la que más fe le tenía, no ha dicho nada.
En clases, trato de mantener la calma. El profesor pasa la lista y mantiene un silencio que, sabiendo terminará con él empezando la clase con largas y bastante ruidosas exclamaciones, me incita a arrancarme los pelos de la cabeza. Y comienza con las presentaciones, y yo debía presentar.
Es curioso, una mezcla de rabia y relajación. Me había preparado para esa exposición. Eran 3 tópicos los de mi tema: Orígenes mapuches, resistencia al español y martirio de sacerdotes. Y se saltó mi punto, la resistencia al español. En ese momento me encogí de hombros y me eché en el asiento. Comencé a repasar mi discurso en mi mente: la expedición de Almagro, su fracaso, la batalla de Reinohuelén, la muerte de Almagro la expedición de Valdivia, las subsecuentes consecuencias de su avance, su muerte, el levantamiento Mapuche desde el Biobío hasta el actual Puerto Montt… No sé. No quiero recordar ello. Me da un sabor algo agridulce éstas clases: me gusta saber qué está mal con el país actualmente buscando en las raíces de su pasado… pero hay compañeros que tienen comentarios y pensamientos algo resentidos. ¿Algo? No en verdad no algo, bastante. Son hirientes en muchos sentidos, como si todo fuera irremediable. Como si la situación actual, cualquiera que fuese, no tuviera un punto de retorno.
¿Por qué existe ese nivel de denuncia? ¿Por qué somos esa generación que se da cuenta de una desigualdad y estamos tan ofendidos por ella, cuando ni siquiera nacimos en otros tiempos?
¿Qué está pasando?
En cierto sentido, es bueno criticar. ¿Pero basar tu vida en los comentarios que haces apuntando con el dedo? Eso no es vivir. Eres como una plaga, que se alimenta de las vidas de otros. Creo que por ello no me gusta ser tan criticón en los ensayos, en los poemas ni en la literatura que escribo.
No escribo de los daños, no escribo de la maldad. La maldad existe y la conocemos, esta generación de la nostalgia sabe bien qué sucede… no necesito escribirlo para ellos. Lo que quiero escribir es el mundo que existe en mi mente, y los problemas que acongojan a los personajes que existen ahí… que pueden ser tan reales como cualquier otro.
¿Qué hay de malo en ello?
Autor:
Frecuencia Zero
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