Siete palabras me arrojaste, antes de marchar,
con dos rubís tiranos de llanto
seguí triste en el lugar
deseando asir tu mano,
no pudiendo actuar
solo logré
derramar
lágrimas
de olvido
y copiosa alegría,
al divisar con asombro
cómo te girabas y sonreías
y tornando tras tus pasos, no recuerdo
las siete palabras que dijiste, mientras te ibas.
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