El otro día leí que una actriz, Lena Headey, estaba siendo insultada por los espectadores de ‘Juego de tronos’ por lo malvado que es su personaje en la serie. Así me he sentido yo al leer un mensaje que he recibido de una lectora, os lo reproduzco.
“Buenas tardes, le escribo porque he comenzado a leer su libro “El boligrafo de gel verde” y tengo una “reclamacion” que hacerle, y es que en cierto momento de la novela cuando esta describiendo a Estrella, la compañera de trabajo, se refiere a ella de la siguiente forma Estrella tendra ahora unos cincuenta y cinco años, mas o menos. Y a pesar de sus kilos de mas, nunca le ha importado coquetear con el equilibrio subida en tacones, nunca le ha importado venir embutida en pantalones que a buen seguro debe romper para quitárselos… No obstante, de un tiempo a esta parte, sobretodo el último año, ha ido perdiendo un poco de peso; alguien le habrá dicho que no está ya para usar una cuarenta. Y mi queja es que no veo adecuado definir a una mujer que usa una talla cuarenta, como “a pesar de sus kilos de mas”. Una talla cuarenta es la mas común entre las mujeres normales, ello no implica sobrepeso, ni riesgo para la salud, ni mucho menos “kilos de mas”. Me pregunto si su canon de belleza esta basado en el culto al esqueleto humano, y si es usted tan superficial como para realizar esta valoracion, o es el personaje de su libro el que tiene esta carencia. No he tenido el placer de conocerlo ni a usted ni a su obra anteriormente, pero lo cierto es que ha perdido una lectora, la cual, segun su criterio tambien tiene unos “kilos de mas”. Un saludo”
Al acabar de leerlo me he entristecido, pues no está el mundo editorial como para ir perdiendo lectores. Tras unos minutos he vuelto a leerlo y me he dado cuenta de que, por ejemplo, la lectora no dice que estamos hablando de un personaje cobarde, superficial y que se pasa el día caricaturizando a sus compañeros y cotilleando entre sus cosas. No dice que este mismo personaje etiqueta a sus compañeros de pelotas, pijos… habla de una tía buena que no sabe escribir, de un jefe atractivo pero inútil… de eso no dice nada.
Con respecto a lo que comenta lo ha interpretado mal, pues justamente el personaje dice que Estrella tiene unos kilos de más y que no está ya para usar una cuarenta, es decir que debería utilizar una talla más grande, ya está.
Pero repasando una vez más el mensaje si que hay algo que me llama la atención y es cuando dice que “la talla cuarenta es la talla común entre las mujeres normales”, vamos que según esta lectora si usted no utiliza una cuarenta ya no es una mujer normal. Esto me parece más grave que lo que ella critica, pues a diferencia del libro, la persona que me ha escrito es real, no un personaje.
Me asusta que los lectores no sean capaces de distinguir entre personaje y escritor, entre ficción y realidad. Me asusta darme cuenta -y cada vez ocurre más- de que hay lectores que ya no saben ni siquiera detectar la ironía. Cuando recibo cartas así me alegro de no haber escrito el Silencio de los Corderos, porque si alguien tuviera que juzgarme por su protagonista seguramente saldría muy mal parado.
El día que un escritor tenga que crear personajes políticamente correctos, ese día dejaré de escribir, porque significará que se ha acabado la literatura.
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