Toda el agua que nos queda en el pecho
lloverá más adelante compañera,
lloverá casi en la noche derramando
peces vadeando la utopía.
Somos la grieta que más tose la ternura,
en el áspero día nido de abrazos,
trinchera invisible entre las balas y el vendaval.
Bastión aguantando el peso, el metal que se oxida
acribillada esquina de amor, giran farolas
revoloteando en el cielo luciérnagas de azufre.
Todo el miedo que ingerimos por las venas
compañera sanará más adelante,
sanará aunque late cicatriz, aunque sea noche
la noche aunque nadie esté mirando el cielo.
Somos pájaros humanos vuelo torpe y volvemos a caer
contorsión en las baldosas, extendiendo
los huesos de la mano para mendigar el amor
que se nos debe.
Dale luz a los ojos pálidos y amarillos,
dale luz, tu frente es un sol vivo en la carne
peregrina del misterio.
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