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«No, no es lo parece» La Banca | ¿Por qué hay que nacionalizar la Banca?

«[…] Seremos códigos de barras, tarjetas plastificadas. Hipotéticamente, el efectivo irá saliendo progresivamente de la circulación, con promesas de descuentos de impuestos y otras. El/La ciudadan@ común, el/la que dice tener la universidad de la calle o la escuela de la calle, no entiende nada o muy poco de esto. Solo los anuncios oficiales de las bondades del sistema como la economía de Raffo y otros, verdaderos rostros de mandaderos del poder económico financiero que domina al poder político. No hay periodismo económico especializado, ni en la televisión ni en la gráfica que yo conozca, o porque no es un tema vendible, o porque nadie domina este terreno o porque conviene que no se sepa la enorme trama de mentiras, artimañas y gigantesca pirámide especulativa que se nos viene. De aquí en más, datos estadísticos, índices, podrán ser solo dominio de la tecnocracia financiera, una nebulosa deliberada cerrada al ciudadano común que estará más a merced de la injusticia e inequidad socioeconómica y cultural. Las economías domésticas y las microeconomías estarán sujetas a las descripciones, análisis diagnósticos y resultados no de cualquier formador/a de opinión sobre la economía real sino de estos sofisticad@s personajes, ladrones/as de cuello blanco al servicio de las clases dominantes en la economía globalizada, regidas desde hace mucho tiempo, por normas que nada tienen que ver con la vida de las personas y le son extrañas y contrapuesta a los intereses de éstas».

Rachel Raden | Uruguay, 26/abril/2014

«Pienso que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejércitos enteros listos para el combate. Si el pueblo americano permite un día que los bancos privados controlen su moneda, los bancos y todas las instituciones que florecerán en torno a los bancos, privarán a la gente de toda posesión, primero por medio de la inflación, enseguida por la recesión, hasta el día en que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron».
Thomas Jefferson

Y la cita de Jefferson se hizo realidad. En muchos artículos hemos tratado el tema de la nacionalización de la banca, normalmente inserto en el gran tema de la necesidad de nacionalización de los grandes sectores estratégicos de la economía, para que dichos sectores y empresas pasen a formar parte del erario y del control públicos, pero no sólo ello, sino además, se ejerza sobre estos sectores una planificación democrática. Esto es, no sólo hay que pasarlos a propiedad pública, sino además, conseguir que estén gobernados y controlados por la propia clase trabajadora. Pero de entre todos ellos, quizá el sector bancario y financiero sea el más urgente, porque los desmanes de la banca privada en nuestro país han sido especialmente sangrantes. Todavía colean la estafa de las participaciones preferentes, y los continuos deshaucios a personas que no pueden continuar pagando sus hipotecas, debido a las condiciones sobrevenidas de pérdida de empleo o de todo tipo de prestaciones. Como decimos, el panorama es desolador, y especialmente sensible, máxime cuando estamos hablando de una serie de entidades que han sido rescatadas en su mayoría con dinero público, mediante fondos de la Unión Europea, del Banco Central Europeo y del propio Estado Español, a través del FROB.

Precisamente, el Banco Central Europeo ha facilitado ingentes cantidades de dinero a las entidades bancarias europeas para proveer de liquidez a las mismas mediante operaciones de préstamo (LTRO) ya que eran incapaces de obtener financiación por sus propios medios, desde la crisis de confianza global que estalló en 2007. En el momento más crítico para el sistema bancario europeo, julio de 2012, el BCE llegó a prestar la friolera cifra de 1,23 billones de euros a las entidades europeas (402.000 millones de euros a las entidades españolas). De hecho, en diciembre de 2013 todavía el sistema bancario europeo adeudaba más de 718.000 millones de euros al BCE (las entidades españolas debían más de 200.000 millones de euros). Y como decimos, es un sector tremendamente poderoso, en esta etapa de total financiarización de la economía, la última etapa del decrépito sistema capitalista. Los activos de los bancos superan el 350% del PIB de toda la Unión Europea. Y está comprobado que únicamente la quiebra de una de las 30 entidades de mayor tamaño causaría el colapso del conjunto del sistema financiero. Hasta septiembre de 2011 (últimos datos publicados por la Comisión Europea) los distintos gobiernos de los Estados miembros de la UE habían aprobado ayudas públicas para el sistema bancario por un importe de 4,5 billones de euros entre inyecciones de capital, garantías, remodelación de activos, y medidas varias de liquidez. A esto hay que añadir los préstamos del Banco Central Europeo, lo que situaría el montante de ayudas aprobadas en más del 45% del PIB de la Unión Europea.

Lo que se impone pues es la nacionalización completa de todas las entidades, resaltando las palabras «completa» y «todas». Completa en el sentido de que no podemos nacionalizar temporalmente, como se está haciendo hasta ahora en el Gobierno de Rajoy (que además presume de ello), sino definitivamente. No tiene sentido pasar a propiedad del Estado una entidad que ha de asumir pérdidas, para que dichas pérdidas las asuma el Estado, sea saneada, y a continuación vuelva a ser privatizada. Dicha práctica representa una clara estafa y un insulto a la ciudadanía. Hemos querido resaltar también la palabra «todas», en el sentido de que no pueden ser únicamente nacionalizadas las Cajas, o las entidades pequeñas, sino el conjunto, la totalidad de Cajas y Bancos privados españoles, es decir, absolutamente todo el sector financiero español. En caso contrario, dentro de unos años nos encontraremos en la misma situación. Precisamente, una de las principales lecciones de esta crisis es que la gestión de los ahorros de la sociedad no puede quedar en manos privadas. Su montante, su poder económico es tan inmenso, que si esto sucede, como ha ocurrido en el pasado, y continúa ocurriendo ahora, desarrollan un grado de influencia y de poder sobre los Estados y sus políticas totalmente indeseable.

Si no desarrollamos e implementamos controles sobre su propia actividad, sus procedimientos y sus intereses, su propia filosofía, que es la competencia por el máximo beneficio, nos conducirá a nuevas crisis, que a su vez nos traerán nuevos desastres sociales. Para los lectores aún no convencidos de este hecho, piénsese por ejemplo en figuras como la de Miguel Blesa, como prototipo y modelo de banquero corrupto y despiadado, capaz de vivir rodeado de un lujo descomunal, mientras sus clientes son vilmente estafados mediante productos financieros tóxicos. Por todo ello, es totalmente necesaria, imprescindible, la nacionalización de las entidades bancarias, y convertirlas en un Sistema de Banca Pública, regido por parámetros éticos de funcionamiento e intereses. Eso permitiría tanto la reducción ordenada de un sistema financiero ya de por sí hipertrofiado, así como convertirlo en un pilar fundamental para una planificación democrática de nuestra economía. Lo deseable es que también pudiéramos extrapolarlo al Banco Central Europeo, conviertiéndolo también en una entidad sometida a control democrático y cuya actuación esté dirigida al interés general, pero esto ya es otra historia.

De todos modos, parece que se abren nuevos horizontes para la aceptación social de estas ideas, debido a la concienciación que los nuevos movimientos sociales están promoviendo (PAH, Stop Deshaucios, Plataforma para la Nacionalización de la Banca, etc.). Quizá nunca antes habíamos contado con un ambiente social más favorable a estas ideas. En palabras de Alberto Arregui: «La expresión en el sector financiero de la grave crisis de sobreproducción capitalista, ha puesto al descubierto ante millones de personas el verdadero carácter de la clase dominante, una pandilla de parásitos inútiles que roban a manos llenas el fruto del esfuerzo de las familias trabajadoras. Quizá el concepto de plusvalía queda fuera del alcance de las masas del pueblo, pero todo el mundo entiende que los banqueros son sanguijuelas que viven de la sangre del pueblo trabajador». Estamos totalmente de acuerdo con el dirigente de IU, y en ejemplos concretos como el que hemos puesto algunas líneas más arriba, se puede comprobar fehacientemente.

Se vuelve por tanto un imperativo social y económico la nacionalización del sector financiero español. Se convierte en una urgencia social, debido precisamente al drama humano generado por las malas prácticas ejecutadas por sus dirigentes. El sector financiero tiene que dejar de estar en manos privadas, hemos de arrebatarle su poder y su dominio, ya que la solución de nuestros problemas es incompatible con la existencia de un sector bancario privado. El sector financiero ha de ser público, controlado por el conjunto de la sociedad, puesto al servicio de sus intereses, y de sus necesidades. Es la única garantía de evitar las desastrosas y devastadoras consecuencias de su tremendo poder, de su órbita de influencia, que sus innumerables lobbies ejercen, controlando el gigantismo al que tiende el sector, y el proceso de canibalización que el mismo realiza sobre la economía real. Acabar con la especulación, dotar al sector bancario público de unas prácticas fundadas sobre la ética y los criterios de necesidad social, y llevar a todos los dirigentes de las entidades financieras privadas ante la Justicia. Esto es lo que hemos de hacer.

Autor:
Rafael Silva | Rebelión.org

 


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