Bajo las hojas
de una palmera.
El café se empieza
a enfriar,
yo voy tragando
un cuarto de humo
con los ojos
cerrados.
Ninfas rozan mis mejillas,
su paso errante
ante mis ojos,
estelas de purpurina,
arena de los tiempos
que va a varar
a mis ojeras.
La ceniza se precipita
al vacío, ausente,
suicida y con la nostalgia
queriendo prender
desde los más
profundo.
Alejado de la fiesta
de disfraces,
de la vida,
de máscaras que
no representan
lo que debajo esconden.
El gemido hueco del hormigón
cuando las gentes mundanas
duermen en su interior,
edificios asesinos que no dejan
prueba alguna de su crimen.
Una mantis se me acerca,
me pregunta acerca del amor,
que si quiero probar
el fruto de la colmena,
para acabar siendo alimento
de crisálidas rotas.
Hijos, esta noche
la cena la hará
papá.
Ahuyento tempestades,
ay, si la lluvia viniera a mecerme.
Ya ni puedo
dormir.
Las ganas de comer
se fueron con las ganas
de follar.
Y aquí sigo,
sentado a la sombra
de una palmera,
viendo como la gente
me mira al pasar
delante de mí.
Autor:
Pablo Ballester | Contacto
No hay comentarios