Considero, a nivel personal, ciertas publicaciones, revistas, libros y fanzines como objetos fetiche. Muchas veces tan sólo las obtengo por mera casualidad y otras por causalidad de navegar tanto por páginas de diseño, ilustración y demás disciplinas que admiro y me encantan. Las toco, las huelo y las mantengo en mi estantería como si de un verdadero trofeo se trataran. Incluso, hay veces en las que sencillamente las compro por su maquetación o diseño, ajeno a su contenido, que puede tener relevancia o no para un lector compulsivo de este tipo de publicaciones.
La revista Labor bien podría ser una de ellas. Y os cuento todo esto por que mi afirmación anterior podría estar catalogada dentro de esta publicación argentina, intentando, un servidor contar al lector de este pequeño artículo cómo me fascina el proceso de compra de una revista. Y Labor va sobre eso, procesos.
Arte, escultura, arquitectura, diseño, ciencia y multitud de disciplinas artísticas tienen múltiples procesos de creación diferentes, dónde el único fin es llegar o lograr un determinado camino y lograr una pieza o construcción de una idea mental.
Labor pretende, dejando de lado las barreras y tabúes que rodean a este tipo de disciplinas reflejar los procesos de creación que tienen una infinidad de artistas a lo largo de todo el mundo, algunos más consagrados y otros más noveles. ¿Cómo? Como si la revista se tratara de un diario personal del artista, recolectando fotografías, escritos, notas, dibujos, ideas, referencias y demás objetos que lo ayuden a buscar la inspiración y concluir su obra. Un proceso, sencillamente eso. Y Labor lo resume en unas páginas, lo maqueta a la perfección y concluye el proceso. Y todo vuelve a comenzar, alimentando las ganas de crear un producto y de materializar una idea en 160 páginas.
No sé vosotros, pero yo voy a comprarme Labor uno y dos ahora mismo, y con ello volver a experimentar un proceso del que seguro, saldré satisfactorio.
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