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Periodismo: cuando la verdad dejó de ser importante.

«Cuando se descubrió que la información era un negocio,
la verdad dejó de ser importante.«
Ryszard Kapuściński

 

 

Libro: Comunicación y Poder | Manuel Castells


«En octubre de 2012 Enric González abandonaba el periódico después de 27 años y haber vivido varios enfrentamientos con la dirección del periódico, pasando incluso por un episodio de censura. “No quiero ponerme en lo peor, pero cualquier día, en cualquier empresa, van a rebajar el sueldo a los obreros para financiar la ludopatía bursátil de los dueños”, intentó escribir en 2009 en su columna diaria de la penúltima página pero, la dirección, escandalizada por esta crítica a Juan Luis Cebrián, censuró la frase de marras. Le dejaron sin columna y, finalmente, fue premiado con una corresponsalía en Jerusalén. El periodista aprovechó un ERE y dejó el periódico. Volvió a escribir artículos de opinión, pero en El Mundo».  

Fuga de Firmas / El Plural

 


«Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias.«
Ryszard Kapuściński

 


He rescatado este artículo llamado «Derechos» escrito el 4 de mayo de 2009 por Enric González cuando aún escribía en El País.

Visto lo que ha dado de sí en los últimos 10.000 años, el humano debería tener una opinión bastante matizada sobre sí mismo: somos capaces de lo mejor y de lo peor. En general, hacemos lo peor y soñamos lo mejor. La Constitución Española, por ejemplo, establece el derecho a la salud, la educación, el empleo o la vivienda. Luego la realidad es la que ustedes conocen. Otro ejemplo de nuestra intensa vida onírica es el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: «Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión». Ya ven.

Justamente ayer, el hoy en el que escribo, se celebró (es un decir) el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Se publicaron informes y comentarios, en general de tono apesadumbrado. Dicen que la crisis, la general y la de los medios, limita la libertad de prensa. Ignacio Sotelo considera que «cuando escasean los puestos de trabajo, las voces independientes bajan mucho de tono». Es posible.

Cuando se está en precario conviene establecer prioridades. Y, francamente, las opiniones no son ahora mismo un bien escaso. Lo que está en peligro, lo que debemos defender, es la información. Es decir, los cimientos de la prensa. Los periódicos nacieron para difundir noticias portuarias, comerciales y sociales, no para la batalla ideológica: eso llegó después. Necesitamos saber lo que hace el Gobierno, y eso nunca lo dirá ningún Gobierno; necesitamos disponer de datos fehacientes sobre la banca, las empresas, la justicia, el sistema sanitario, sobre los delincuentes que nunca pagarán su crimen y sobre los otros delincuentes, los que sólo pueden usar la violencia. Necesitamos datos. Necesitamos periodismo.

No se preocupen si un día echan en falta una opinión: tienen de sobra por ahí y, sobre todo, ya tienen ustedes la suya. Preocúpense por lo otro, por lo que nos hace realmente falta. Como decía Manuel Vázquez Montalbán, estamos rodeados. Falta por ver si este asedio acabará como Numancia o como Stalingrado.


La Comunicación Social no es periodismo

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